el vigésimo tercer Congreso de
Por: Arq. Luis Iván Meza Sánchez
Fecha 25 de Julio del 2008
Hace pocos días concluyó el vigésimo tercer Congreso de
Estos cónclaves, que se cumplen cada tres años, analizan las perspectivas de esta profesión y su relación con los grandes problemas sociales y culturales del mundo.
En esta ocasión, la cita llevó como título: “Transmitiendo Arquitectura”, evocando la premeditada intención de receptar y emitir mensajes, dirigidos a la reflexión y búsqueda de soluciones, a los graves y apremiantes problemas que aquejan a la humanidad, como son: el incremento explosivo de la población; el crecimiento desmedido de las megas ciudades y de las áreas urbanas en general; la degradación y contaminación ambiental; el “ecocidio planetario” que ha representado la perturbación de los ciclos climáticos y los ecosistemas; el conflicto mundial por el dominio de la energía, de los alimentos, del agua, entre otros.
En el evento, se evidenció la insostenibilidad del paradigma mecanicista y del mito del “desarrollo ilimitado”, planteando la imperiosa y urgente necesidad de generar estrategias alternativas, en un marco multidisciplinario, que persigan un paradigma ecológico; que establezca límites al desarrollo, orientando el paso de una era post industrial, mecanicista y consumista hacia una era post-consumista, bio-ecológica, a una frontera eco metropolitana y a una arquitectura que viva en simbiosis con la naturaleza”.
En tiempos en que las desafiantes chimeneas de las industrias y el consumismo del hombre queman y agotan el aire puro que respiramos; cuando la temperatura del planeta se incrementa y derrite los glaciares; cuando la capa de ozono que nos protege de la radiación solar dañina, se debilita día a día; cuando la naturaleza reacciona enfurecida ante la agresión del hombre, con violentos fenómenos climáticos, jamás antes vistos; cuando los más límpidos y puros parajes de
Mas de un centenar de los más prestigiosos profesionales de esta rama de la ciencia consignaron sus reflexiones y propuestas en un documento denominado el “Manifiesto de Turín”, cuyo texto se transcribe a continuación.